Dos nuevos recursos...
Un indice con mucho material católico de todo tipo
&
Un enlace a la Sociedad Biblica Católica Internacional, con una Biblia online, e introducciones, explicaciones, etc....
"Los hombres de la gran sinagoga, rezándole a Dios, le rogaron que eliminara al Espíritu del Mal de la tierra, siendo que éste era la causa de todos los problemas. Un pergamino cayó inmediatamente del cielo con la palabra Verdad escrita en él y, acto seguido, salió un fiero león del santuario. Era el espíritu de la idolatría abandonando la tierra". Sanh. 64a
Un indice con mucho material católico de todo tipo
El Corazón de Nuestro Divino MaestroPadre Pío
no conoce otra ley que la de la dulzura,
de la humildad y del amor....
Yo soy de los que me quejo de que nosotros la iglesia no hacemos lo suficiente para evangelizar, ni usamos los medios tecnologicos para ello. Bueno comiendome mis propias palabras estoy bajando los nuevos PODCAST de Catholic.net y me parecen muy enriquecedores.
Acabo de actualizar mi enlace a la Teología del Cuerpo de Juan Pablo II.
No me habia percatado pero llevo mas de 100 entradas, desde el 8 de Agosto.
“El misterio de la Santísima Trinidad es el misterio central de la fe y de la vida cristiana. Es el misterio de Dios en sí mismo. Es, pues, la fuente de los otros misterios de la fe; es la luz que los ilumina. Es la enseñanza más fundamental y esencial en la jerarquía de las verdades de fe” (CIC, 234).
Hoy que cargo con los años viejos, que mis manos empiezan a
Si tuviste el tiempo y la amabilidad de leer al menos unos 7 min el material de mi página o entraste a algún enlace de otros Blogs, páginas o herramientas y te inspiro a un que sea un minimo a moverte un poco mas hacia Dios, el amor y el projimo, tengo una petición que hacer..:
Navegando me encontre con este interesante sitio de un artista de Broadway que despuès de una vida pecadora se convierte al catolicismo. Contiene muy buena apologética acerca de Jesús y nuestra amada Madre María.
En este excelente sitio encontramos el evangelio contado desde la prespectiva de Jesús, tambien encontramos un programa de Excel con macros que nos ayuda a encontrar "concordancias" entre los 4 evangelios, (buena herramienta de exegésis).
El Credo más hermoso
es el que florece en tus labios en los momentos más negros,
más sacrificados, más dolorosos,
en los que continua animándote una infalible
voluntad de superación.
Es el Credo que, cual relámpago,
disipa las tinieblas de tu alma,
el que en lo más recio de la tempestad,
te eleva y conduce a Dios.
En la antigüedad, los romanos y los griegos solían coronar con rosas a las estatuas que representaban a sus dioses como símbolo del ofrecimiento de sus corazones. La palabra “rosario” significa "corona de rosas".
Es cuestión de empezar y de seguir, que aunque se trate de cosas pequeñas, su valor estará en hacerlas con amor. Hacedlo todo por Amor. --Así no hay cosas pequeñas: todo es grande.-- La perseverancia en las cosas pequeñas, por Amor, es heroísmo (Ibídem, N.º 813). Mucho amor de Dios supone la aceptación incondicional de esas dificultades en las que de alguna manera se manifiesta la divina Voluntad. Recordemos que la prueba de ese amor está en la alegría, en esa alegría que cuando falta hace que se pierda parte del mérito que tienen las buenas obras. Es el mismo Jesús quien nos lo dice: Cuando ayunes, perfuma tu cabeza y lava tu cara, para que los hombres no conozcan que ayunas, sino únicamente tu Padre que está presente a todo (Mt 6, 9).
Si de verdad queremos participar de la Pasión de Cristo, que se dio a sí mismo en rescate por todos (1 Tim 2,6), hemos de estar dispuestos a aceptar la mortificación y a sobrellevar con perseverancia esas pequeñas o grandes cosas que nos hacen sufrir, con el pensamiento puesto en Jesús que padeció por nosotros, dándonos ejemplo pava que sigamos sus pisadas (1 Pet 2, 21).
Adolescente de 14 años da su vida por Cristo y la Iglesia. Nacido el 28 de marzo de 1913 en Sahuayo (Michoacán, México). Lo asesinaron durante la guerra cristera, en su ciudad natal, el 10 de febrero de 1928 «por odio a la fe». Se mantuvo fiel a Cristo y a su Iglesia....
El Teólogo responde es mi mas reciente entrada en el area de enlaces (herramientas) una de las mejores páginas de apologética q conosco, esta muy interesante para conocer a fondo todo lo relacionado con la fe, además se tiene la oportunidad de hacer preguntas que posteriormente seran contestadas.
Leyendo un poco mi mismo mensaje
Nosotros hemos creido en el amor...
Amor
Hoy me sacaron la muela de juicio.. y después de pensarlo por mucho tiempo, me doy cuenta que los dentistas no tienen sentimientos... propongo una campaña para que a cada odontólogo que se quiera titular le extraigan al menos 2 muelas, antes de poder ejercer......
Hoy se celebra el día de San Francisco de Asís, un santo muy querido por mi.
Tú eres santo, Señor Dios único, que haces maravillas.
CARTA A LOS FIELES II
Capítulo V
Cómo el hermano Bernardo fue a Bolonia
y fundó allí un lugar
Puesto que San Francisco y sus compañeros habían sido llamados y elegidos por Dios para llevar la cruz de Cristo en el corazón y en las obras y para predicarla con la lengua, parecían, y lo eran, hombres crucificados en la manera de vestir, en la austeridad de vida y en sus acciones y obras; de ahí que deseaban más soportar humillaciones y oprobios por el amor de Cristo que recibir honores del mundo, muestras de respeto y alabanzas vanas; por el contrario, se alegraban de las injurias y se entristecían con los honores. Y así iban por el mundo como peregrinos y forasteros, no llevando consigo sino a Cristo crucificado. Y, puesto que eran verdaderos sarmientos de la verdadera vid, Jesucristo, producían copiosos y excelentes frutos en las almas que ganaban para Dios.
Sucedió en los comienzos de la Orden que San Francisco envió al hermano Bernardo a Bolonia con el fin de que, según la gracia que Dios le había dado, lograse allí frutos para Dios. El hermano Bernardo, haciendo la señal de la cruz, se puso en camino con el mérito de la santa obediencia y llegó a Bolonia. Al verle los muchachos con el hábito raído y basto, se burlaban de él y le injuriaban, como se hace con un loco; y el hermano Bernardo todo lo soportaba con paciencia y alegría por amor de Cristo. Más aún, para recibir más escarnios, fue a colocarse de intento en la plaza de la ciudad. Cuando se hubo sentado, se agolparon en derredor suyo muchos chicuelos y mayores; unos le tiraban del capucho hacia atrás, otros hacia adelante; quién le echaba polvo, quién le arrojaba piedras; éste lo empujaba de un lado, éste del otro. Y el hermano Bernardo, inalterable en el ánimo y en la paciencia, con rostro alegre, ni se quejaba ni se inmutaba. Y durante varios días volvió al mismo lugar para soportar semejantes cosas.
Y como la paciencia es obra de perfección y prueba de la virtud, no pasó inadvertida a un sabio doctor en leyes toda esa constancia y virtud del hermano Bernardo, cuya serenidad no pudo alterar ninguna molestia ni injuria; y dijo entre sí:
-- Imposible que este hombre no sea un santo.
Y, acercándose a él, le preguntó:
-- ¿Quién eres tú y por qué has venido aquí?
El hermano Bernardo, por toda respuesta, metió la mano en el seno, sacó la Regla de San Francisco y se la dio para que la leyese. Cuando la hubo leído, considerando aquel grandísimo ideal de perfección, se volvió a sus acompañantes lleno de estupor y admiración y dijo:
-- Verdaderamente éste es el más alto estado de religión que he oído jamás. Este hombre y sus compañeros son las personas más santas de este mundo, y obra muy mal quien le injuria, siendo así que merece ser sumamente honrado, porque es un verdadero amigo de Dios.
Y dijo al hermano Bernardo:
-- Si tenéis intención de asentaros en un lugar donde poder servir a Dios a vuestro gusto, yo os lo daría de buen grado por la salud de mi alma.
-- Señor -respondió el hermano Bernardo-, yo creo que esto os lo ha inspirado nuestro Señor Jesucristo; por lo tanto, acepto gustosamente vuestro ofrecimiento a honor de Cristo.
Entonces, dicho juez, con gran alegría y caridad, llevó al hermano Bernardo a su casa y después le donó el lugar que le había prometido; todo lo acomodó y completó a su costa; y en adelante se hizo padre y defensor especial del hermano Bernardo y de sus compañeros.
El hermano Bernardo comenzó a ser muy honrado de la gente por su vida santa; en tal grado, que se tenía por feliz quien podía tocarle o verle. Pero él, verdadero y humilde discípulo de Cristo y del humilde Francisco, temió que la honra del mundo viniera a turbar la paz y la salud de su alma, y un buen día se marchó, y, volviendo donde San Francisco, le dijo:
-- Padre, ya está hecha la fundación en Bolonia. Manda allá otros hermanos que la mantengan y habiten, porque yo no tenía ya allí ganancia; al contrario, por causa de la demasiada honra que me daban, temía perder más de lo que ganaba.
Entonces, San Francisco, al oír al por menor todo cuanto Dios había obrado por medio del hermano Bernardo, dio gracias a Dios, que de ese modo comenzaba a acrecentar a los pobrecillos discípulos de la cruz. Y luego envió a algunos de sus compañeros a Bolonia y a Lombardía, los cuales fundaron muchos lugares en diversas partes.
En alabanza y reverencia del buen Jesús. Amén.
Capítulo VII
Cómo San Francisco pasó una cuaresma
en una isla del lago de Perusa
con sólo medio panecillo
Al verdadero siervo de Dios San Francisco, ya que en ciertas cosas fue como un segundo Cristo dado al mundo para la salvación de los pueblos, quiso Dios Padre hacerlo, en muchos aspectos de su vida, conforme y semejante a su Hijo Jesucristo, como aparece en el venerable colegio de los doce compañeros, y en el admirable misterio de las sagradas llagas, y en el ayuno continuo de la santa cuaresma, que realizó de la manera siguiente:
Hallándose en cierta ocasión San Francisco, el último día de carnaval, junto al lago de Perusa en casa de un devoto suyo, donde había pasado la noche, sintió la inspiración de Dios de ir a pasar la cuaresma en una isla de dicho lago. Rogó, pues, San Francisco a este devoto suyo, por amor de Cristo, que le llevase en su barca a una isla del lago totalmente deshabitado y que lo hiciese en la noche del miércoles de ceniza, sin que nadie se diese cuenta. Así lo hizo puntualmente el hombre por la gran devoción que profesaba a San Francisco, y le llevó a dicha isla. San Francisco no llevó consigo más que dos panecillos. Llegados a la isla, al dejarlo el amigo para volverse a casa, San Francisco le pidió encarecidamente que no descubriese a nadie su paradero y que no volviese a recogerlo hasta el día del jueves santo. Y con esto partió, quedando solo San Francisco.
Como no había allí habitación alguna donde guarecerse, se adentró en una espesura muy tupida, donde las zarzas y los arbustos formaban una especie de cabaña, a modo de camada; y en este sitio se puso a orar y a contemplar las cosas celestiales. Allí se estuvo toda la cuaresma sin comer otra cosa que la mitad de uno de aquellos panecillos, como pudo comprobar el día de jueves santo aquel mismo amigo al ir a recogerlo; de los dos panes halló uno entero y la mitad del otro. Se cree que San Francisco lo comió por respeto al ayuno de Cristo bendito, que ayunó cuarenta días y cuarenta noches, sin tomar alimento alguno material. Así, comiendo aquel medio pan, alejó de sí el veneno de la vanagloria, y ayunó, a ejemplo de Cristo, cuarenta días y cuarenta noches.
Más tarde, en aquel lugar donde San Francisco había hecho tan admirable abstinencia, Dios realizó, por sus méritos, muchos milagros, por lo cual la gente comenzó a construir casas y a vivir allí. En poco tiempo se formó una aldea buena y grande. Allí hay un convento de los hermanos que se llama el convento de la Isla (3). Todavía hoy los hombres y las mujeres de esa aldea veneran con gran devoción aquel lugar en que San Francisco pasó dicha cuaresma.
En alabanza de Cristo bendito. Amén.
Capítulo VIII
Cómo San Francisco enseñó al hermano León
en qué consiste la alegría perfecta (4)
Iba una vez San Francisco con el hermano León de Perusa a Santa María de los Angeles en tiempo de invierno. Sintiéndose atormentado por la intensidad del frío, llamó al hermano León, que caminaba un poco delante (5), y le habló así:
-- ¡Oh hermano León!: aun cuando los hermanos menores dieran en todo el mundo grande ejemplo de santidad y de buena edificación, escribe y toma nota diligentemente que no está en eso la alegría perfecta.
Siguiendo más adelante, le llamó San Francisco segunda vez:
-- ¡Oh hermano León!: aunque el hermano menor devuelva la vista a los ciegos, enderece a los tullidos, expulse a los demonios, haga oír a los sordos, andar a los cojos, hablar a los mudos y, lo que aún es más, resucite a un muerto de cuatro días, escribe que no está en eso la alegría perfecta.
Caminando luego un poco más, San Francisco gritó con fuerza:
-- ¡Oh hermano León!: aunque el hermano menor llegara a saber todas las lenguas, y todas las ciencias, y todas las Escrituras, hasta poder profetizar y revelar no sólo las cosas futuras, sino aun los secretos de las conciencias y de las almas, escribe que no es ésa la alegría perfecta.
Yendo un poco más adelante, San Francisco volvió a llamarle fuerte:
-- ¡Oh hermano León, ovejuela de Dios!: aunque el hermano menor hablara la lengua de los ángeles, y conociera el curso de las estrellas y las virtudes de las hierbas, y le fueran descubiertos todos los tesoros de la tierra, y conociera todas las propiedades de las aves y de los peces y de todos los animales, y de los hombres, y de los árboles, y de las piedras, y de las raíces, y de las aguas, escribe que no está en eso la alegría perfecta.
Y, caminando todavía otro poco, San Francisco gritó fuerte:
-- ¡Oh hermano León!: aunque el hermano menor supiera predicar tan bien que llegase a convertir a todos los infieles a la fe de Jesucristo, escribe que ésa no es la alegría perfecta.
Así fue continuando por espacio de dos millas. Por fin, el hermano León, lleno de asombro, le preguntó:
-- Padre, te pido, de parte de Dios, que me digas en que está la alegría perfecta.
Y San Francisco le respondió:
-- Si, cuando lleguemos a Santa María de los Angeles, mojados como estamos por la lluvia y pasmados de frío, cubiertos de lodo y desfallecidos de hambre, llamamos a la puerta del lugar y llega malhumorado el portero y grita: «¿Quiénes sois vosotros?» Y nosotros le decimos: «Somos dos de vuestros hermanos». Y él dice: «¡Mentira! Sois dos bribones que vais engañando al mundo y robando las limosnas de los pobres. ¡Fuera de aquí!» Y no nos abre y nos tiene allí fuera aguantando la nieve y la lluvia, el frío y el hambre hasta la noche. Si sabemos soportar con paciencia, sin alterarnos y sin murmurar contra él, todas esas injurias, esa crueldad y ese rechazo, y si, más bien, pensamos, con humildad y caridad, que el portero nos conoce bien y que es Dios quien le hace hablar así contra nosotros, escribe, ¡oh hermano León!, que aquí hay alegría perfecta. Y si nosotros seguimos llamando, y él sale fuera furioso y nos echa, entre insultos y golpes, como a indeseables importunos, diciendo: «¡Fuera de aquí, ladronzuelos miserables; id al hospital, porque aquí no hay comida ni hospedaje para vosotros!» Si lo sobrellevamos con paciencia y alegría y en buena caridad, ¡oh hermano León!, escribe que aquí hay alegría perfecta. Y si nosotros, obligados por el hambre y el frío de la noche, volvemos todavía a llamar, gritando y suplicando entre llantos por el amor de Dios, que nos abra y nos permita entrar, y él más enfurecido dice: «¡Vaya con estos pesados indeseables! Yo les voy a dar su merecido». Y sale fuera con un palo nudoso y nos coge por el capucho, y nos tira a tierra, y nos arrastra por la nieve, y nos apalea con todos los nudos de aquel palo; si todo esto lo soportamos con paciencia y con gozo, acordándonos de los padecimientos de Cristo bendito, que nosotros hemos de sobrellevar por su amor, ¡oh hermano León!, escribe que aquí hay alegría perfecta.
-- Y ahora escucha la conclusión, hermano León: por encima de todas las gracias y de todos los dones del Espíritu Santo que Cristo concede a sus amigos, está el de vencerse a sí mismo y de sobrellevar gustosamente, por amor de Cristo Jesús, penas, injurias, oprobios e incomodidades. Porque en todos los demás dones de Dios no podemos gloriarnos, ya que no son nuestros, sino de Dios; por eso dice el Apóstol: ¿Qué tienes que no hayas recibido de Dios? Y si lo has recibido de Él, ¿por qué te glorías como si lo tuvieras de ti mismo? (1 Cor 4,7). Pero en la cruz de la tribulación y de la aflicción podemos gloriarnos, ya que esto es nuestro; por lo cual dice el Apóstol: No me quiero gloriar sino en la cruz de Cristo (Gál 6,14).
A Él sea siempre loor y gloria por los siglos de los siglos. Amén
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