Ultimos 3 Libros leidos: Ortodoxia, El Hombre Eterno, Dios y el Mundo

lunes, marzo 20, 2006

Frases del dia...


“Hay quienes han adquirido el hábito estúpido de hablar de la ortodoxia como algo pesado, monótono y seguro. Sin embargo, nada existe tan peligroso y estimulante como la ortodoxia: la ortodoxia es la sabiduría y ser sabios es más dramático que ser locos. La Iglesia nunca eligió los caminos trillados ni aceptó los lugares comunes, nunca fue respetable. Es fácil ser locos; es fácil ser herejes; es siempre fácil dejar que una época se ponga a la cabeza de algo, lo difícil es conservar la propia cabeza...”.

GK Chesterton... (Ortodoxia)

“Con frecuencia he preferido llamarme optimista para evitar la demasiado evidente blasfemia del pesimismo; pero todo el optimismo de la época ha sido falso y desalentador, por este motivo: que siempre ha procurado demostrar que estamos hechos para el mundo. El optimismo cristiano, en cambio, se basa en el hecho de que no estamos hechos para el mundo”

“Todo pasará, sólo quedará el asombro y sobre todo el asombro ante las cosas cotidianas”.

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GKC descubrió el secreto del universo y esto lo hizo feliz, tan feliz –observaba Kafka– que podría pensarse que encontró a Dios. Y el lugar donde lo encontró es ciertamente la Iglesia Católica. Cuando murió, en junio de 1936, Pío XI, que el año anterior había canonizado a Tomás Moro, lo definió en un telegrama como Defensor Fidei, desenterrando un antiguo título, otorgado cuatro siglos atrás por León X a Enrique VIII. Y antes de encontrarlo en la Iglesia, GKC encontró a Dios en la figura de Jesucristo y en la alegría que Él trajo consigo para dar al mundo.

Así termina su obra maestra Ortodoxia: “La alegría, que fue pequeña manifestación en el pagano, es el gigantesco secreto del cristiano... El pathos (de Jesús) fue natural, casi casual. Los estoicos antiguos y modernos ocultaron sus lágrimas por orgullo. Él nunca escondió Sus lágrimas. Él las mostró claramente en Su rostro abierto a todo espectáculo cotidiano, como ocurrió cuando Él vio desde lejos Su ciudad natal. Pero Él escondió algo. Los solemnes superhombres, los diplomáticos imperiales están orgullosos de contener su ira. Él nunca contiene su ira. Él derribó los bancos de mercancías en los escalones del Templo y preguntó a los hombres cómo esperaban librarse de la condena al infierno. Con todo, Él contuvo algo. Lo digo con reverencia: en esta personalidad desbordante había un aspecto que se podría llamar reservado. Algo había que ocultó a todos los hombres cuando fue a orar en la montaña, algo que cubrió permanentemente con un brusco silencio o un impetuoso aislamiento. Era algo demasiado grande para que Dios lo mostrara a nosotros cuando Él caminaba sobre la tierra; y a veces he imaginado que era Su alegría”.


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