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sábado, noviembre 19, 2005

Un Heroe Mexicano Olvidado...


En un hecho sin precedentes, la diócesis italiana de Livorno, rindió un homenaje a Agustín de Iturbide, quien vivió en esa comunidad durante su destierro.

Durante ese acto el cardenal Juan Sandoval Iñiguez reclamó que el fusilamiento de Iturbide "es un pecado nacional" cuando después de consumar la independencia fue llamado traidor.

Durante la develación de una placa que reconoce a Agustín de Iturbide como prócer católico consumador de la independencia de México, que supo luchar y morir por su patria y por su fe, se recordó el momento histórico y político que enfrentó esa figura compleja en la historia de México.

El también arzobispo de Guadalajara añadió, durante la celebración, que "Agustín de Iturbide sigue siendo víctima de las ideologías en pugna y de los sistemas políticos derivantes".

Agregó que "su muerte es un pecado nacional que todos los mexicanos llevamos como una herida oculta en nuestra historia, pecado del cual la minoría que ha gobernado no parece haberse arrepentido todavía, pues se ha negado a reconocerlo como el consumador de la independencia y a darle el lugar que merece en la historia nacional".

El cardenal no ocultó su extrañeza porque se le rinda un homenaje a Iturbide fuera de México, en particular porque "en su patria se le tiene oficialmente olvidado y está ausente en nombres de calles, monumentos y plazas; cuando en los libros de historia se hace alguna escurridiza mención de él, es para denigrarlo".

Ubicada al norte de Italia, la diócesis de Livorno fue el lugar donde Agustín de Iturbide pasó su destierro luego de haber consumado la Independencia con Guerrero, amparados en el Plan de Ayala, y que el Congreso lo hubiera reconocido como emperador y fuera coronado el 21 de julio de 1822.

Esa proclamación fue combatida por liberales y republicanos hasta que Agustín de Iturbide abdicó, el 19 de marzo de 1823. A su llegada al destierro en la diócesis italiana de Livorno, era objeto de constante vigilancia y un personaje incómodo para las autoridades locales, relata el profesor Ordesio Bellini.

Iturbide resultó una figura incómoda porque en España era visto como el consumador de la Independencia de México, pero en su país era perseguido como un traidor, relata Bellini.

Como parte del homenaje, en el que estuvo presente el obispo de Livorno, monseñor Diego Coletti, fue develada una placa que reconoce en italiano y en español a Agustín de Iturbide como "un hijo fiel de México y de la Iglesia Católica".

De Londres Iturbide dirigió, con fecha de febrero de 1824, una comunicación al Congreso que expresaba su deseo de ponerse al servicio del gobierno de México. El Congreso lo declaró traidor, así como a cuantos protegiesen su regreso a la República. A ningún diputado se le ocurrió contestar la carta de Iturbide, ni de informarle que se le negaba la entrada al país. El Congreso simplemente decretó el 7 de mayo de 1824 que se le declaraba fuera de la ley, enemigo del Estado y que cualquiera podía darle muerte. Ignorando la disposición Iturbide se hizo a la vela el 4 de mayo y ancló en la Barra de Soto la Marina, el 14 de julio. Desembarcó en la mañana del 15 y el 16 fue aprendido en un punto llamado Los Arroyos. Ante el pelotón que iba a consumar este injustificado asesinato, Iturbide pronunció las siguientes palabras:

"Mexicanos: en el acto mismo de mi muerte, os recomiendo el amor a la patria y observancia de nuestra santa religión, ella es quien os ha de conducir a la gloria. Muero por haber venido a ayudaros y muero gustoso, porque muero entre vosotros, muero con honor, no como traidor, no quedará a mis hijos y su posteridad esta mancha, no soy traidor, no. Guardad subordinación y prestad obediencia a vuestros jefes que haciendo lo que ellos os manden, cumpliréis con Dios. No digo esto lleno de vanidad porque estoy muy distante de tenerla".

Rezo el Credo, hizo confesión y acto de contricción y fue fusilado a las 6 de la tarde del 19 de julio de 1824. Al día siguiente fue cristianamente enterrado en Padilla, Tamaulipas, lugar donde terminaron con su vida. Justo Sierra comentó: "fue un acto político, no fue un acto justo. Iturbide había hecho a su patria un servicio supremo. Si la patria hubiera hablado, lo hubiera absuelto ".

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